Blogia
aceitunasverdes

La plaza de los Yáñez

La plaza de los Yáñez

Hoy, tomándome el café de la sobremesa y leyendo el periódico correspondiente al día, me he percatado de lo poco poquísimo que conozco a la gente que vive a mi alrededor en esa Quintanilla, no una cualquiera, sino del Agua, donde tantas veces he tenido que ir corriendo donde madre a que me pusiera esa tirita que todo lo cura, no porque alguien me hubiese tirado del nogal, ya que yo sola, ayudada con una pizca de eso que llaman ley de gravedad me bastaba.

Volviendo a las noticias y dejando los recuerdos de golpes como panes, diré que me he dado cuenta que hay sitios más interesantes que el espacio comprendido entre la casa de la abuela y el banco que reposa ahí desde mis más prontos recuerdos. Verde, oxidado y típico de todos los pueblos, puesto por la caja, que un día se acordó de nosotros y que habremos de agradecer hasta días que ni puedo alcanzar a pensar.

He visto, que en muchas ocasiones, la cultura y derivados están ahí, sólo hay que saber cuándo y dónde buscar

Así que aquí os dejo constancia del artículo, que me ha inspirado para soltar esta parrafada, acerca de uno de los más conocidos personajes de este pueblucho de entre Lerma y Covarrubias.

Quintanilla del Agua / Escenarios de antaño

Un artesano y ceramista recrea a tamaño real un pueblo típico del valle del Arlanza a partir de los restos encontrados en escombreras o sobrantes de obras. Su fuente de inspiración ha sido su infancia

Estamos en un decorado de Port Aventura, o al menos eso parece a primera vista a juzgar por el cambio experimentado. Del áspero asfalto hemos pasado a la cálida hierba. Del hormigón saltamos a la madera y el adobe. Y de la modernidad regresamos a una acogedora sensación de tradición.
Más allá de las artificiales escenografías de los parques temáticos que recrean culturas lejanas, lo que aquí encontramos nos resulta familiar. Una plaza con su crucero, casas de adobe y vigas de enebro que forman soportales, canto rodado en el suelo, puertas usadas de madera y ventanas desgastadas, letreros comerciales de estilo artesanal... Estamos en la plaza de los Yáñez, también conocida como de San Pedro, en el pequeño pueblo que a modo de decorado de las películas del oeste ha levantado junto a su taller-galería el ceramista de Quintanilla del Agua.
Ni el propio artista pensó que su idea inicial desembocaría en lo que ahora puede verse. «Quería crearme un entorno en el que desarrollar mi actividad profesional, sin más. Empezamos haciendo un jardín y una fachada y hemos llegado hasta aquí, pero la idea es seguir ampliándolo», explica Félix Yáñez, quien al hablar en plural hace referencia a la ayuda que ha tenido en esta aventura de su familia, sobre todo por parte de su padre y su suegro.
Todo comenzó hace un par de años con cuatro piedras que le ofrecieron sobrantes de una obra cercana. Con este material y varias vigas de enebro que había recogido en una escombrera, Yáñez empezó el primer soportal de su plaza. «La arquitectura empleada es la típica del Valle del Arlanza, la que se construía con palos de enebro, adobes, ladrillo cocido y piedra», comenta el ceramista, al tiempo que explica que las puertas utilizadas proceden todas de casas que han derruido.
Yáñez vive y trabaja en Quintanilla del Agua, donde tiene un taller-galería construido con planta de ermita románica y abierto hace apenas unos años. La piedras que sobraron de esa construcción se emplearon en la creación de una serie de arcos, a modo de claustro monacal, por los que se accede al pueblo recién construido. Lo primero que se ve es la plaza, bautizada como de San Pedro por es éste el barrio real de Quintanilla donde se encuentra ubicada. En medio de este espacio está el crucero. Traspasada la plaza y la cantina se llega a unos soportales con algún escaparate ferretero y la entrada a un museo etnográfico y una sala de exposiciones, donde su hermano José Luis mostrará sus últimos cuadros. En este recorrido no faltan los detalles; un buzón de correos, bicicletas con maletas, carros o flores en los balcones.
En el museo etnográfico se recoge una selección de la colección de piezas que ha ido atesorando el ceramista. «Tenía muchas cosas amontonadas, y lo que no se ve no se disfruta. Por eso hemos creado este museo, que no queremos que sea un museo muerto sino aprovechar todo lo que se muestra para darlo un carácter educativo con la posible visita de colegios», manifiesta el ceramista.
El próximo 14 de junio los Yáñez inaugurarán la plaza de San Pedro con una reunión entre amigos que servirá también para abrir una exposición de las creaciones en hierro del ceramista, su otra faceta artística, y otra de la pintura de su hermano. «Será un excusa para pasar un rato con los amigos», asegura el artista, quien añade que retomará el crecimiento del pueblo en invierno. Antes están las ferias de artesanía que recorrerá durante el verano.
Reconoce que ha trabajado en este proyecto «por placer» y confiesa que su fuente de inspiración han sido sus recuerdos de niñez: «De pequeño jugaba en los soportales del pueblo. Para mi esto es como si estuviera viviendo en un cuento», apostilla.

El futuro

A diferencia de lo que ocurre en muchas poblaciones del medio rural, el pueblo que han levantado los Yáñez donde antes había unas viñas seguirá creciendo. Y lo hará con un puente de piedra y una noria de las que se usaban para sacar agua de los pozos.
Ese refugio de artista inicialmente pensado, a partir de los recuerdos de la infancia, se ha convertido ahora en un lugar de visita para muchos. «Queremos darlo un uso pedagógico. Ofrecérselo a instituciones para que vengan colegios y vean cómo es y cómo se construía la arquitectura popular , qué materiales se usaban y cómo vivía la gente», subraya, al tiempo que recuerda que también podrán ver trabajar in situ a un artesano. Pero sus intenciones van más allá de lo expuesto. Yáñez quiere cerrar una de las fachadas para hacer un museo de cerámica de la zona del Arlanza.    

Lunes, 2 de junio de 2008

Diario de Burgos

 

 

 

 

0 comentarios