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Tonta ella y tonto él.

Tonta ella y tonto él.

La animación es una parte fundamental de la cultura. Si hay algo característico de ésta son las tradiciones y leyendas propias de cada ciudad, que la dan un toque de personalidad, la hacen especial.

Dejo constancia de una que recientemente escuché en la encantadora ciudad maña. Es una romantiquez pero puede que un poquito de esto sea hasta bueno.

Diego está enamorado desde niño de Isabel de Segura con un sentimiento correspondido. Pero mientras que ella es de una familia importante, él es hijo segundo de otra más modesta. Sin embargo, el padre de Isabel accede a darle cinco años de tiempo para enriqueciese, tras los cuales y con este requisito podrá desposar a su hija.

Corre el año 1.217. El mismo día que cumple el plazo, Diego regresa a Teruel de las Américas. Al poco de llegar, es informado de que el ambiente festivo y engalanamiento de la villa se debe a que Isabel acaba de desposarse. La presión de la familia y un pretendiente muy principal, han acelerado el enlace.

Esa noche decide ir al encuentro de su amada cuando le pide un beso ella con pesares se niega porque ahora pertenece a otro hombre. Diego no puede soportar la idea y cae fulminado al suelo. Ha muerto.

  Al día siguiente, las campanas de boda han trocado sus tañidos por los de funeral. Cuando van a comenzar los funerales, sale de entre el gentío una mujer con la cara velada que se acerca al fallecido: es Isabel.

Destocándose, se acerca a su amado para darle el beso negado en vida, lo deposita en sus fríos labios y se desploma muriendo sobre él. La tradición asegura que murieron de amor, por eso fueron enterrados juntos, y juntos han permanecido hasta hoy.

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